domingo, 4 de agosto de 2013

Nunca jamás

 -Ivy apaga la luz inmediatamente-                                                                                                               ordenó la institutriz.
La niña cerró el libro y pulsó el interruptor rauda y veloz. Se echó las sabanas  por encima del camisón de verano y bajo los párpados. Unos minutos después su niñera Sophie se asomó al quicio de la puerta observándola en un gesto casi obsesivo acentuado por su atuendo verde oscuro y su apretado moño del que escapaban algunos cabellos muy finos. Tras asegurarse de que el sueño de la muchacha era profundo,bajo las escaleras para ir a sus propios aposentos. Ella abrió un solo ojo con precaución y luego sonrió sacando las piernas de la cama: la luz del pasillo estaba apagada. Subió la pequeña escalinata que ascendía hasta la buhardilla y una vez dentro de ella abrió la gran claraboya  dejando que la brisa veraniega acariciara su pelo castaño y largo. Las brillantes luces de las farolas de Londres ni en sueños harían justicia nunca al resplandor de las estrellas. Pero, ¿aquella luz era normal? Se movía de un lado al otro con un gracioso tintineo.De pronto  esa lucecita  se posó sobre su nariz. Era como la miniatura de una joven . Era tan pequeña que una  hoja le servía como  vestido, llevaba una coleta rubia atada con un lazo verde y tenía las mejillas sonrosadas.La niña chillo de forma breve  pero pronto contuvo su grito tapándose la boca con la mano. Batiendo sus pequeñas alas la luz se elevó en el aire y la niña se echo hacia atrás  asustada. Su espalda chocó con la pared y de pronto entró por la ventana un muchacho de su edad.
-Hola-dijo alegremente.
La única respuesta de Ivy fue una mueca de asombro pues él se encontraba suspendido en el aire.
-S...Soy Ivy ¿y tú eres?-se atrevió a decir.
-Peter .Peter Pan.

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