viernes, 30 de agosto de 2013
Ángel de la guarda
¿Por donde podría empezar? Supongo... supongo que por el principio aunque esa parte de esta historia que veo más borrosa:
Salgo de la tienda. Es un día bochornoso y pronto tengo que desprenderme del jersey. Giro la cabeza y de pronto veo a un hombre. Es bastante guapo: alto, ojos claros,barba de pocos días bien arreglada, pelo cobrizo...aun así tiene algo que no me agrada demasiado, quizá esa sonrisa, nadie sonríe tanto en esta ciudad. Cruza la calle¿me estará siguiendo? Decido aligerar el paso y el hace lo mismo. Me sigue. Miro el reloj como si tuviera que ir a alguna parte. De pronto salgo corriendo y él me sigue a poca distancia. Suerte que mi casa esta cerca. Voy por el atajo y lo despisto. Abro la puerta a toda prisa.Voy a la cocina y me relajo. Apoyada en la encimera preparo un café. Me giro y...
-Hola.
Se me escapa un balbuceo sin sentido y en un gesto brusco arrojo la taza que se rompe contra la pared. ¡El tipo de la calle! Corro de un lado a otro sin saber que dirección tomar. Opto por el recibidor y él no hace nada para evitarlo. Cuando llego allí me lo encuentro plantado frente a la puerta. Miro atrás ahogando un grito y subo la escalera. Y ahí está de nuevo.
-Kristen, ¿ no te aburre ya esto?
-¿ Qui... quien eres tu? Sonríe.
-Tu ángel de la guarda.
jueves, 29 de agosto de 2013
La sirena 2
Cuando el agua le llegaba ya por la cintura, miró los ojos de la joven que tenia enfrente.La larga cascada de su cabello pelirrojo debía llegarle más allá de la cadera pero no podía saberse porque al menos la mitad estaba suspendida en la superficie del agua.El iris azul de sus ojos tenía la misma apariencia que el mar en un día tormentoso. Su piel mojada resplandecía bajo la luz pálida de la luna y su brazo continuaba extendido hacia ella en señal de invitación. Se adelanto nadando a braza hasta donde estaba la extraña un lugar muy profundo en el que sus pies estaban unos seis metros por encima del suelo. Comenzó a notar un intenso dolor en las piernas que cada vez estaban más juntas, su piel se volvía escurridiza y suave desde debajo del ombligo.Se retorcía sufriendo con los ojos cerrados hasta el punto de no poder mantenerse a flote y hundiéndose lentamente notó como su pelo rubio flotaba a su alrededor , como el oxígeno escapaba de su boca mientras aullaba y sus lágrimas se fundían con el océano. Y de pronto el dolor cesó y aunque el aire no entraba en sus pulmones, respiraba.Abrió los párpados y vio de forma mas nítida de lo que nunca había visto en la superficie.Escuchaba el mínimo sonido y cuando gritó su voz se escuchaba clara y melodiosa. Por primera vez en meses se dibujó una sonrisa en sus labios al mirar hacía abajo y ver que ,efectivamente, era una sirena.
domingo, 4 de agosto de 2013
Nunca jamás
-Ivy apaga la luz inmediatamente- ordenó la institutriz.
La niña cerró el libro y pulsó el interruptor rauda y veloz. Se echó las sabanas por encima del camisón de verano y bajo los párpados. Unos minutos después su niñera Sophie se asomó al quicio de la puerta observándola en un gesto casi obsesivo acentuado por su atuendo verde oscuro y su apretado moño del que escapaban algunos cabellos muy finos. Tras asegurarse de que el sueño de la muchacha era profundo,bajo las escaleras para ir a sus propios aposentos. Ella abrió un solo ojo con precaución y luego sonrió sacando las piernas de la cama: la luz del pasillo estaba apagada. Subió la pequeña escalinata que ascendía hasta la buhardilla y una vez dentro de ella abrió la gran claraboya dejando que la brisa veraniega acariciara su pelo castaño y largo. Las brillantes luces de las farolas de Londres ni en sueños harían justicia nunca al resplandor de las estrellas. Pero, ¿aquella luz era normal? Se movía de un lado al otro con un gracioso tintineo.De pronto esa lucecita se posó sobre su nariz. Era como la miniatura de una joven . Era tan pequeña que una hoja le servía como vestido, llevaba una coleta rubia atada con un lazo verde y tenía las mejillas sonrosadas.La niña chillo de forma breve pero pronto contuvo su grito tapándose la boca con la mano. Batiendo sus pequeñas alas la luz se elevó en el aire y la niña se echo hacia atrás asustada. Su espalda chocó con la pared y de pronto entró por la ventana un muchacho de su edad.
-Hola-dijo alegremente.
La única respuesta de Ivy fue una mueca de asombro pues él se encontraba suspendido en el aire.
-S...Soy Ivy ¿y tú eres?-se atrevió a decir.
-Peter .Peter Pan.
La niña cerró el libro y pulsó el interruptor rauda y veloz. Se echó las sabanas por encima del camisón de verano y bajo los párpados. Unos minutos después su niñera Sophie se asomó al quicio de la puerta observándola en un gesto casi obsesivo acentuado por su atuendo verde oscuro y su apretado moño del que escapaban algunos cabellos muy finos. Tras asegurarse de que el sueño de la muchacha era profundo,bajo las escaleras para ir a sus propios aposentos. Ella abrió un solo ojo con precaución y luego sonrió sacando las piernas de la cama: la luz del pasillo estaba apagada. Subió la pequeña escalinata que ascendía hasta la buhardilla y una vez dentro de ella abrió la gran claraboya dejando que la brisa veraniega acariciara su pelo castaño y largo. Las brillantes luces de las farolas de Londres ni en sueños harían justicia nunca al resplandor de las estrellas. Pero, ¿aquella luz era normal? Se movía de un lado al otro con un gracioso tintineo.De pronto esa lucecita se posó sobre su nariz. Era como la miniatura de una joven . Era tan pequeña que una hoja le servía como vestido, llevaba una coleta rubia atada con un lazo verde y tenía las mejillas sonrosadas.La niña chillo de forma breve pero pronto contuvo su grito tapándose la boca con la mano. Batiendo sus pequeñas alas la luz se elevó en el aire y la niña se echo hacia atrás asustada. Su espalda chocó con la pared y de pronto entró por la ventana un muchacho de su edad.
-Hola-dijo alegremente.
La única respuesta de Ivy fue una mueca de asombro pues él se encontraba suspendido en el aire.
-S...Soy Ivy ¿y tú eres?-se atrevió a decir.
-Peter .Peter Pan.
sábado, 3 de agosto de 2013
La sirena
Atando los cordones de sus gastadas deportivas se esforzó por no escuchar de que trataba aquella vez la discusión de los "viejos". Después de una dolorosa experiencia había decidido que así era mejor. Irrumpió en el salón y sus padres, como todas las noches, ignoraron su mirada impregnada de furia y tristeza . Salió e hizo crujir su cuello tratando de dejar la mente en blanco.Aquel se había convertido en su día a día y nada podía hacer que tuviera la posibilidad de escapar de aquella asfixiante realidad que cada vez la sumía en una oscuridad más profunda e irremediable.Sus zapatos comenzaron el contacto con el asfalto mientras las luces de las farolas temblaban amenazando con averiarse por tercera vez.Su colecta rubia acariciaba sus hombros desnudos acompañando al ritmo de sus pisadas. Llevaba una ropa muy cómoda para hacer deporte y una marea de horquillas para domar su siempre electrizada melena. Ya estaba cerca de su destino: la playa. Adoraba sentarse frente al océano y contemplar el reflejo de la luna en la espuma plateada mientras acariciaba sus tobillos. Cuando llegó tiró el calzado sintiendo el tacto de la arena en los pies y poco después se arrojó en ella a escasos centímetros del agua, dejando al fin que las lágrimas brotaran por sus mejillas. Se incorporó y desenrollo la servilleta con cautela vigilando para asegurarse de que nadie podía verla. Contenía los restos de su cena pues desde hacía ya tiempo nunca se acababa la comida del plato.¡May se sentía tan desgraciada! En muchas ocasiones pensaba en arrojarse en brazos de la muerte en aquel mismo lugar, sumergiéndose por siempre. Miró las estrellas y de nuevo a la calmada superficie de las aguas sorprendiéndose al ver el busto de una chica de su edad que simplemente la miró fijamente y le tendió la mano diciendo "Tienes diez días" Sin pensarlo se desprendió de su coletero, sus pinzas y su ropa hasta quedar en ropa interior y entro en la cálida espuma , sin preguntar porque aquella era su aventura. Aquella era su posibilidad de escapar.
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