Su corazón se detuvó como si algo pesado cayese sobre el.
-¿Qué estás mirando?- rugió la extraña gritando de repente- Ya te he dicho lo que tenías que saber. Ahora debes irte.
Cuando se giró dispuesta a marcharse por donde había venido, la otra sirena añadió con tono amenazante:
-Espero que no seas descubierta por ningún humano.
Asintió brevemente pero sin demostrar ninguna seguridad.
Salió apartando las algas a base de frenéticos manotazos, ansiosa por volver a mar abierto para poder pensar con mayor claridad. Siguió nadando hasta perder de vista el puente y se deslizó entre las aguas del Pacífico buscando la respuesta a aquello que podría cambiar su vida para siempre. De pronto sintió como una figura grande y oscura se movía a su espalda.
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